La Huelva escondida en sus muelles

25 / septiembre / 2017

Termina el verano y celebramos los más de 365 días que han pasado desde que se produjo esa apertura de nuestra ciudad a su ría, al agua, a ese entorno natural que teníamos tan cerca y que por tantos años nos hemos empeñado en dar la espalda. Sí, señoras y señores, mi Huelva tenía una ría y parece que va volviendo a la vida. Opiniones hay de todos los colores. Y seguro que se podría haber hecho mejor (y también peor). Pero una cosa es cierta: tenemos paseo junto a la ría y desde aquí nos alegramos por ello.

 

¿Y qué se puede ver desde el paseo? Pues entre otras cosas una parte de nuestro patrimonio que sigue olvidado y que de nuevo el movimiento ciudadano Huelva Te Mira se está encargando de reivindicar: los muelles mineros. Estructuras de madera y de hierro, impresionantes, bellas. Pura cultura industrial que vive entre nosotros y a la que no estamos acostumbrados a prestar mucha atención. Sirva este artículo para poner en valor nuestro pasado.

 

Una de las actividades más interesantes de la plataforma ciudadana ha sido sin duda ésta en la que nos hemos embarcado, y nunca mejor dicho. Creemos que hasta los propios miembros de Huelva Te Mira se debieron sorprender al ver la acogida de esta preciosa iniciativa. Un paseo guiado en barco que nos llevó de muelle a muelle.

 

Y no es de extrañar. Que nosotros sepamos, algunos de estos trocitos de ciudad se visitan, y de pasada, en la clásica canoa que va hasta Punta Umbría, y sólo en época estival. No hemos conocido hasta ahora una oportunidad parecida, que nos permitiera disfrutar del maravilloso paisaje que tenemos aquí al ladito del asfalto.

 

Y menos con unos guías de excepción. Nos ilustraron el paseo, entre otros, los historiadores Patricia Chapela y Antonio Andivia; el geólogo Juan Antonio Morales o el director conservador del Paraje Natural Marismas del Odiel, Enrique Martínez.

 

Así que el barco estaba hasta la bola. Se programaron dos salidas y las dos se ‘petaron’. Nosotros por poco nos quedamos sin plaza. Por un módico precio la oportunidad era única. ¡Conocer nuestra historia, disfrutar de nuestra ciudad como nunca antes, aprender, relajarnos con el mecer del agüita y la brisa en la cara! Para nosotros, más que trabajar, fue un auténtico espectáculo. Placentero como pocos.

Estructuras de madera y de hierro, impresionantes, bellas. Pura cultura industrial.

 

¡Esto es la leche! Esto es turismo sostenible, del que más nos gusta, del que combina cultura y relax y buen rollo y todo lo guay del Paraguay. ¿Quieres zarpar con nosotros? Estuvimos allí y ahora te lo contamos todo. Pero nada como sentirlo en tus propias carnes. Muy recomendable que te reserves tu plaza.

 

La primera parada la hacemos en el Muelle de Tharsis. Olvidadísimo no, lo siguiente. La que os escribe ha sentido a veces vergüenza de no saber qué era aquello. Lo veía una y otra vez desde muchas partes de la ciudad, había gente de fuera que preguntaba, pero nunca supe dar respuesta. Nunca más. Nos encontramos junto a una construcción bellísima. Ya no se nos olvida.

 

Patricia Chapela, de A cielo abierto, nos ilustra a la perfección la historia detrás del muelle de Tharsis. Nos remontamos al pasado minero, a la necesidad de las compañías que vinieron a Huelva de exportar el material de nuestra franja pirítica. Era grandioso lo que había aquí y con tantísimo material que transportar se hacía necesario la construcción de un ferrocarril y un muelle. Para ello el capital escocés fue crucial y en 1871 se levanta un muelle pionero en todo el Puerto de Huelva. No es que hubiera otros muelles antes, pero ninguno como esta maravilla.

 

Se conocía a este muelle como el muelle de la y griega porque tenía dos grandes brazos. Costó un dineral en aquella época, casi dos millones de las antiguas pesetas. Y fue revolucionario porque llevaba un sistema de pilotes con roscas especiales que permitían que estos fueran embutidos directamente en el terreno. Es tan interesante conocer esta parte de la historia. En cualquier foto antigua aparece el muelle de Tharsis. Es cierto que la compañía de Riotinto era mucho más conocida que ésta, la de Tharsis, la Compañía Francesa de Piritas de Huelva, pero eso no significa que ésta no destacara también.

 

Desde aquí nos unimos a las voces de Huelva Te Mira, que reivindican nuestro patrimonio industrial y piden el cuidado de esta construcción, actualmente muy deteriorada.

Esto es turismo sostenible, del que más nos gusta, del que combina cultura y relax y buen rollo y todo lo guay del Paraguay

 

Sólo se conserva unos de los viaductos, no se hacen labores de mantenimiento como se debiera y el medio marino no ayuda. Todo ello a pesar de que es BIC (Bien de Interés Cultural) desde 1997. Una pena ver esa oficina puente, tan destruida, con imposible acceso ya. Una construcción de factura muy sencilla pero de una solución técnica brillante. El último servicio minero que se realizó desde el muelle de Tharsis fue en 1991. No hace tanto, ¿verdad?

 

Pero la auténtica revolución llega con la Río Tinto Company Limited, que sobrepasa con diferencia a la anterior. Un cambio en la Ley de Minas durante la primera República (unos años antes de la llegada de la compañía) permite que los ingleses compren el suelo, el subsuelo y el cielo de aquella zona. ¡Qué poderío el de esta gente! Y claro, para exportar tal cantidad de pirita se construye el segundo muelle en el que nos paramos, el conocido como muelle del Tinto, mucho mejor conservado que el anterior y por el que sí es posible pasear.

 

Aunque hay que tener en cuenta que ya no podemos ver el sistema de rampas y la mayor parte de la maquinaria ha desaparecido.

 

La restauración sólo dejó a la vista el esqueleto del muelle. Así que cuesta imaginar la realidad: que aquí venía barcos de grandes tonelajes, de todas las partes del mundo. Esto era la caña amigos.

 

Los responsables de las dos compañías, que al parecer no se llevaban nada bien, llegaron a un acuerdo durante la Primera Guerra Mundial para repartirse el mundo, todos los clientes. Pues agárrense con el dato: Huelva exportaba entonces el 75% de la pirita de todo el mundo. Atónitos nos quedamos. Es importante también saber que aunque se habla mucho de nuestro pasado inglés, no es el único. Aquí invirtieron, y bastante, portugueses, franceses o escoceses. Todo eso que llevamos en nuestra historia. Huellas que no deberían desaparecer así como así.

 

Nos queda claro con la siguiente intervención, la del geólogo Juan Antonio Morales, que si Huelva no se convirtió en un puerto realmente importante fue por la geografía del terreno: aquí hay que estar continuamente dragando y eso hace muy difícil la navegación. Fue genial escuchar a Morales, que ilustró la exposición con perfiles sísmicos que él conoce al dedillo. Este hombre sabe lo que hay debajo de nuestros pies. A base de bien. De pasada habla de pecios que andan por aquí abajo. Ya lo investigaremos en otra ocasión.

 

Pero lo que sí está bien investigado es el descubrimiento que tuvo lugar aquí en 1923, cuando gracias a una draga se hallaron nada menos que 400 piezas de un valor arqueológico incalculable. Entre ellas el famoso casco griego que debería ser uno de los símbolos de Huelva. Sin duda un yacimiento de una importancia científica indiscutible. ¿Y quién ha visto en Huelva esas piezas?

Nuestro pasado inglés no es el único. Aquí invirtieron, y bastante, portugueses, franceses, o escoceses. Huellas que no deberían desaparecer.

 

Pues aquí nadie, porque sólo hay una veintena de ellas en nuestro Museo.

 

Las demás están en Madrid. Y creemos, al igual que Huelva Te Mira, que ya es hora de que vuelvan, que para eso son parte de nuestro patrimonio y tenemos el derecho, como onubenses que somos, de disfrutar de ellas.

 

Otros dos apuntes de Morales que nos resultaron muy curiosos. El geólogo sabe a la perfección cómo zarpó Colón y no le cabe duda que fue gracias a la pericia de los Pinzones. Genial escuchar la historia. Y el segundo apunte: ¿os habéis preguntado alguna vez porqué nuestras aguas son tan turbias? No pasa en Portugal o en Cádiz, pero sí aquí. Pues no es suciedad, es fango. Y la química está detrás de todo esto. Los ríos tienen phs muy ácidos y cuando se mezclan con las aguas marinas, que son más bien básicas, se forman esas partículas de fango. De ahí la turbidez. Al ser una costa curva, el oleaje no es capaz de aclarar el agua. Qué de información más estupenda sobre nuestros paisajes. Esto es sentir Huelva y entenderla. Y quererla como se merece.

Esto es sentir Huelva y entenderla. Y quererla como se merece

 

Nos detenemos ahora en el Paraje Natural Marismas del Odiel. Ya hablamos largo y tendido de esta preciosa zona en uno de nuestros número anteriores, así que no nos repetiremos. Sólo contaros, como curiosidad, que si esto está en pie hoy día es por el esfuerzo de algunos amantes de la naturaleza que descubren por estos parajes un ave en peligro de extinción: la espátula. Gracias pajarillo, de no ser por ti poco más que hubieran alicatado las marismas, entre otras barbaridades para construir un aeropuerto.

 

Y por último nos fascina la desconocida isla Saltés, con sus recientes hallazgos de civilizaciones pasadas. ¡Qué maravilla lo que tenía que ser esto! Y hay documentación no sólo arqueológica sino literaria para hacernos una idea. Hay taaanto por descubrir aún. No le vamos a perder la pista. Es algo único lo que tenemos aquí y por lo que merece la pena moverse. Saltés mola un montón.

 

Nos alucina también su historia más negra: la isla fue campo de concentración en la posguerra. Hasta unas 7.000 personas, según testimonios orales, fueron abandonadas aquí a su suerte durante un año entero. Con lo puesto, a la intemperie, dejados de la mano de Dios, a los embates de la feroz naturaleza de la zona. Los vecinos de Punta Umbría lo saben bien. Los mayores cuentan sus historias porque les arrimaron lo que pudieron. Una suerte que aún nos cuenten sus batallitas las llamadas madrinas, mujeres que se hacían cargo, por grupos, de todos los desgraciados que allí fueron a parar.

 

¿Te ha gustado? No te pierdas los paseos por la ría de este verano. Y sobre todo no dejes de reivindicar lo que es tuyo. Es otra manera de sentir Huelva.

 

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